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La canción de los Amantes



Altanera me regodeaba del control como una reina ante su súbdito, presumía de mi poder y me enorgullecía del no ceder ante las caricias de aquel lujurioso tentador. Mordía mis labios tratando de reprimir las reacciones de la piel traicionera ante el calor de su aliento, como una gran embustera fingí indiferencia ante él tratando de disfrazar el temblor creciente en mis piernas, a la vez aliviada de que no pudiera saber sobre la humedad de mi sexo. Refugio, distancia. Encerré en un rincón de la mente el deseo y ordené a mi cuerpo alejarse. No, no esta vez.


Él, cual experimentado cazador, se abrió paso de forma insistente buscando las respuestas que quería. Al diestro experto pude ver en la oscuridad moviéndose cual depredador acechando a su presa, aunque guardaba silencio sabía que estrategias peligrosas cruzaban por su mente, estaba alcanzándome, si eso continuaba no podría escapar de él.


Ese hombre, inteligente, audaz, atractivo y desafiante, ya había doblegado mis fuerzas en una ocasión y en una noche intrépida acostumbró cruelmente a mi cuerpo a su escrutinio para que sólo necesitara de él. Sentí el peligro en cada uno de mis poros cuando anhelé más, huí temerosa de lo que podía suceder si se lo daba a conocer, logré evadirlo exitosamente hasta esa maldita reunión. Una trampa. Quedar a solas con él, qué tonta el dejarme manipular por el deseo por sentirme querida de nuevo.

Su presencia al instante actuó como dulce imán al placer, en un descuido logró arrinconarme invitándome a sus brazos como el hipnotizante canto de criatura mítica, caeré de nuevo, lo supe desde el momento en que entré y lo descubrí mirándome de esa forma con esos intensos ojos que tratan de ver a través de mis ropas.


Está tan cerca que mis propios latidos me dejan sorda, intento concentrarme observando los labios que forman una mueca de arrogancia dejando al viento una nueva declaración de guerra...
-Serás mía- susurra el cabrón y mis piernas se aflojan sin remedio al recordar lo intenso que puede ser. Malditas traidoras.
Tiempo, “aún hay tiempo” aseguro desesperada mientras preparo la muralla, la orgullosa fémina que hay en mí se niega a caer ante el adversario que después de usarla la dejará a su suerte. Planto la postura desafiante, levanto el mentón y lo reto. Pronto, la indiferencia y el control que construía como sólida barrera se desvanecen mientras tambaleo hacia la pared en consecuencia al roce de sus manos.


Que alguien me proteja, sus ojos brillan amenazantes pues ha perdido la paciencia. Besos ardientes dejan los labios dolorosos y la respiración agitada, las caricias abandonan a torturadores hormigueos en el camino, la poderosa mente de la que tanto me jactaba se vuelve en blanco, débil.

El enemigo ha ganado terreno, sonríe mientras se despoja de las prendas que le estorban. No puedo evitar ver las formas con la poca luz que entra por las ventanas, ahí estaba la razón de mi suplicio sin protección y dispuesta a poseerme. Admiro la belleza del cuerpo masculino deleitándome como si fuera la primera vez que lo veo. Ha visto mi reacción, le place. No puedo ocultarme de mis propios deseos, entonces él vuelve al ataque, ha cedido la violencia pues tiene el triunfo asegurado, lo ha logrado.


Confiado reinicia el juego atormentador con mi cuerpo, ya no hay protestas ni máscaras que cubran los deseos carnales, me pierdo entre el laberinto de sensaciones mientras se toma su tiempo en hacerme enloquecer. No hay más oposición, hoy seré suya. Ya no quiero salir de este juego, no quiero huir, ¡no quiero que se aparte!. Derrotada entrego cuerpo y alma al ganador, sólo por esta noche no guardaré el secreto de esta pasión.


En el silencio nocturno nuestros cuerpos se unen, como en aquella ocasión, produciendo jadeos que entonan una melodía que sólo los amantes pueden entender. Sabiendo que quizás esta sea la última vez.


3 comentarios:

Alias-writer dijo...

Guao. Es todo lo que puedo decir, Hely. Impresionante, me has dejado sin palabras. ¿Recuerdas el final de "El cisne negro", si la has visto ya? Pues me han dado ganas de aplaudir este cuento. Se ve que eres más ambiciosa y te felicito. Te has superado a ti misma, pero la parte mala es que voy a querer leer más, mucho más, y pronto. Además, quiero agradecerte por dejarnos conocer tu verdadero potencial. ¡Ahora la ovación!

Hely dijo...

Claro que lo recuerdo, fue algo memorable. Muchísimas gracias por los comentarios, Alias.
Me sonrojas >///<

Anónimo dijo...

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