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Cuentos y Relatos paranormales, eróticos y de fantasía.

Perdida cap. 2

PERDIDA

Capítulo 2: "El intercambio"



Corrió, corrió lo más rápido que pudo, la arena pesaba en sus pies pero no importaba, era su vida lo que peligraba y no se detendría ante nada para lograrlo, pudo escuchar un rugido de frustración a su espalda pero no quiso voltear, siguió paso tras paso subiendo las pequeñas dunas de arena, continuó esforzándose aún cuando la arena se convirtió en pavimento bajo sus pies, buscaba un lugar al cuál entrar y rogar por ayuda, aunque estaba segura, que nada podría salvarla de él.


Un piano, podía escucharse la música de un piano cerca, melancólica, dulce, atrayente, siguió el sonido hasta llegar a una puerta de lo que parecía un bar, luces de neón mostraban un letrero en la entrada que decía “Piano Bar”, incluso le recordaban a uno que había visto en una de esas películas de mafiosos, tratando de recuperar el aliento entró aliviándose de sentir las baldosas frías en cada paso. La gente pareció no percatarse de ella, ni ella de ellos, de alguna forma la melodía la atontaba, de forma mecánica avanzó hasta ver lo que le daba vida a la música, una pequeña niña de 7 años de hermosos rizos negros tocaba con la mirada perdida un piano de cola negro y enorme que, a pesar de llevar un vestido azul largo y ampón como de princesita, la hacía ver más pequeña en comparación. Con maestría deslizaba sus manos sobre las teclas como si acariciara la fina seda mientras la melodía surgía sin esfuerzo alguno.

Perdida cap. 1

PERDIDA
Capítulo 1: "La voz de las olas"


Arena, arena húmeda bajo la planta de sus pies, podía sentirla causarle cierto frío recorrerle el cuerpo, el cielo estaba oscuro, por no decir casi negro, un azul oscuro y grisáceo, no había estrellas ni nubes, sólo una luna grande, redonda y con el borde perfectamente definido, pero de un color rojo oscuro, rojo como la misma sangre, razón que le provocaba escalofríos que recorrían desde su nuca hasta la espalda, era demasiado lúgubre.

¿Dónde estaba? se preguntó, no reconocía el sitio, ni tampoco recordaba cómo había llegado allí. Enfocó la vista, ante sus ojos la oscuridad tomó formas, siluetas de una ciudad en la bahía, sombras de palmeras y árboles, ninguna luz, ningún sonido. Un sentimiento de paz la rodeó, sentía que el alma descansaba y sus hombros estaban relajados, sin preguntarse más, caminó hacia la orilla del mar, no había olas pero sabía que era una playa, el olor a sal la obligaba a llegar a esa conclusión. La brisa la invadió cuando el agua rozó sus pies, sonrió al sentirla helada hasta el punto de calarle los huesos. Tranquila bajó la mano y la metió en el líquido oscuro, ¿se vería azul en el día?, tenía deseos de esperar el amanecer para comprobarlo, tomó lo que pudo con la palma de la mano y la subió hacia sus ojos, quienes ya se habían acostumbrado a la oscuridad. Pensó en dejarse llevar por la leve corriente, pensó en dejarse cubrir por ella, pensó en beberla…

No la bebas

La paz fue invadida por la voz gruesa, podía sentir un leve movimiento en los pies, el agua vibraba a su alrededor, pequeñas olas pasaban a su lado mientras la voz se repetía una y otra vez, uniéndose a otras voces masculinas, subiendo la intensidad en los gritos, después pudo escuchar las femeninas llorar desesperadas y finalmente los lloriqueos de niños.

No la bebas! ¡Huye! ¡Vete!


Su cuerpo se paralizó, podía entenderles, quería hacerles caso, quería obedecer y sin embargo, sus piernas se negaban a moverse, el miedo la invadió cuando la luna brilló con más fuerza y pudo ver el agua que tenía en su mano. Roja, “sangre” fue la primera palabra que corrió entre sus pensamientos, “sangre, sangre, Sangre, ¡SANGRE!”.